En el reciente congreso Camacol Verde, Brigitte Baptiste Ballera, bióloga colombiana y actual rectora de la Universidad EAN, planteó algunas reflexiones clave acerca de cómo abordamos la construcción y el desarrollo del territorio.
Un nuevo enfoque
En un mundo donde estamos constantemente aprendiendo a intervenir el territorio con más responsabilidad, usando manuales de compensación y buscando una participación más inclusiva, a menudo encontramos barreras que dificultan la innovación y adaptación. La sacralización del territorio, a veces necesaria para su protección, puede crear tensiones en los proyectos de desarrollo. Un ejemplo claro es la propuesta de construcción de la Avenida Boyacá en Bogotá, donde se tuvo que levantar la reserva forestal de 20 hectáreas, pero a cambio se destinaron 64 hectáreas para la compensación con tratamiento forestal.
Este tipo de negociaciones territoriales, aunque a veces vistas como políticamente incorrectas, pueden ser vitales para garantizar un equilibrio entre desarrollo y conservación. No se trata de mercadear el territorio de manera indiscriminada, sino de buscar compensaciones equitativas que permitan, hectárea por hectárea, el desarrollo sostenible.
Un futuro proyecto, como el nuevo aeropuerto de Cartagena, presenta una oportunidad única. El antiguo aeropuerto podría transformarse en un parque ecológico con áreas residenciales para la población local. Sin embargo, si no se establecen las condiciones adecuadas para tales proyectos, enfrentaremos problemas de inflexibilidad y estancamiento en el desarrollo.
Reflexiones de Brigitte Baptiste
Brigitte Baptiste subraya la importancia de repensar cómo abordamos la construcción y el desarrollo, sugiriendo que deberíamos tener estándares distintos para la infraestructura regenerativa. Es esencial mostrar ejemplos prácticos de que esta visión puede materializarse y convertirse en una realidad. Las empresas tienen el desafío de dar prioridad a estas «buenas obras» y así demostrar que es posible un equilibrio entre desarrollo y sostenibilidad.
En resumen, el llamado es a considerar nuevas formas de ver y abordar el desarrollo, donde la infraestructura regenerativa no solo sea una idea, sino una práctica común que beneficie tanto a la sociedad como al medio ambiente.
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