diciembre 16, 2025

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Construcción, Arquitectura y Diseño

Mandato BIM Colombia 2026: el país llega con solo 52% de adopción

Para 2025, la Estrategia Nacional BIM fijó una meta clara: que entre el 85% y el 100% de los proyectos de construcción pública del país usaran la metodología BIM, como paso previo al mandato nacional que será obligatorio en 2026 para proyectos de orden nacional o cofinanciados por el Gobierno.

La realidad es otra: según la Encuesta Nacional BIM 2025 de Camacol, la implementación de esta metodología alcanza el 52%. Hay avances, sí, pero la brecha frente a la meta es evidente y el tiempo se acabó: 2026 ya no es un horizonte lejano, es la siguiente página del calendario.

En este contexto, la gran pregunta para el sector constructor e inmobiliario es simple y dura:

¿estamos listos para un mandato BIM con la mitad del sector todavía trabajando con procesos manuales, planos desconectados y baja estandarización?

¿Qué es BIM y qué implica el mandato 2026 en Colombia?

BIM (Building Information Modeling) no es un software, es una metodología de trabajo colaborativo en la que todo el proyecto —diseño, costos, programación, operación— se desarrolla sobre modelos digitales integrados. Es, en la práctica, “pre–construir” la obra en un entorno virtual antes de gastar el primer metro cúbico de concreto.

La Estrategia Nacional BIM 2020–2026, construida por el Gobierno Nacional, plantea una adopción gradual que arranca por el sector público y desemboca en un mandato obligatorio en 2026 para proyectos de orden nacional o cofinanciados. Eso significa que:

  1. Entidades públicas deberán exigir BIM desde las primeras fases de los proyectos.
  • Empresas que quieran contratar con el Estado tendrán que demostrar capacidades reales en BIM.
  • Cadenas de valor fragmentadas, basadas en CAD 2D y correos sueltos de planos, simplemente quedarán por fuera de juego.
  • No es un cambio cosmético: es un cambio de sistema operativo para el sector.

La meta vs la realidad: 85–100% deseado, 52% logrado

De acuerdo con la Encuesta Nacional BIM 2025, la implementación de la metodología alcanza un 52% en el país.

La Estrategia Nacional BIM, en cambio, proyectaba que para 2025 entre el 85% y el 100% de los proyectos de construcción pública emplearan BIM, como antesala al mandato de 2026. La brecha es clara:

  • Meta: 85–100% de proyectos públicos con BIM en 2025.
  • Resultado: 52% de adopción general reportada por el sector.
  • Dicho de forma sencilla: vamos por la mitad del camino cuando deberíamos estar casi en la meta.

Esta distancia no es solo un tema de cumplimiento normativo; tiene impacto directo en:

  • Competitividad de las empresas que quieren seguir contratando con el Estado.
  • Costos y plazos de los proyectos que siguen anclados en metodologías tradicionales.
  • Riesgo para inversionistas, fondos y banca que financian obras con baja trazabilidad técnica.

Las barreras que siguen frenando la adopción de BIM

La propia Estrategia Nacional BIM y los gremios del sector vienen señalando las mismas piedras en el zapato desde hace años:

1. Fragmentación extrema de la cadena de valor

Diseñadores, interventores, constructores y operadores trabajan con herramientas distintas y poca interoperabilidad.

La información se multiplica en versiones, correos, planos en PDF y archivos dispersos.

2. Baja estandarización

Cada empresa tiene sus propias plantillas, nomenclaturas y niveles de detalle.

No existen estándares abiertos adoptados de forma masiva que permitan hablar el mismo “idioma digital”.

3. Capacidades digitales limitadas

Faltan modeladores BIM, coordinadores y líderes de proyecto con cultura digital real.

Muchas empresas todavía ven BIM como “un requisito del cliente” y no como un modelo de gestión.

4. Dependencia de procesos manuales

Planillas en Excel que nadie sincroniza, recuentos de cantidades hechos a mano, planos impresos que se desactualizan cada semana.

La coordinación entre especialidades se sigue haciendo en obra, con retrabajos y ajustes sobre lo construido.

En este escenario, la adopción parcial (modelar algo, pero seguir decidiendo con planos 2D) genera un falso sentimiento de avance. El resultado: el sector cree que hace BIM, pero la productividad y los riesgos siguen parecidos.

Lo que está en juego para 2026: más que cumplir una norma

El mandato BIM de 2026 no es solo una obligación para licitar con el Estado. Es un parteaguas para la forma en que se conciben, financian, diseñan, construyen y operan los proyectos en Colombia.

Para el ecosistema de desarrolladores, constructoras e inversionistas inmobiliarios, esto se traduce en:

  1. Proyectos mejor planificados: menos sorpresas en obra, cronogramas más realistas y trazabilidad de cambios.
  • Mayor bancabilidad: modelos BIM robustos facilitan la evaluación de riesgos técnicos por parte de bancos y fondos.
  • Activos más líquidos y gestionables: un edificio con modelo BIM vivo es más fácil de operar, mantener, asegurar y valorizar.

Como lo resume Patricio Zapata, Customer Success Manager Latam de Graphisoft:

“Si Colombia quiere cerrar la brecha que hoy existe necesita acelerar la adopción de BIM y dejar atrás los procesos fragmentados y las metodologías tradicionales que frenan la modernización del sector. La formación técnica, la interoperabilidad y la colaboración entre actores deben convertirse en prioridades inmediatas para que el país llegue preparado al mandato de 2026”.

No es una exageración: quien llegue a 2026 sin BIM robusto, llegará compitiendo en desventaja.

BIM en números: menos sobrecostos, más eficiencia y sostenibilidad

Diversos estudios internacionales muestran que la implementación seria de BIM no solo mejora la coordinación técnica, sino que reduce errores, retrabajos y plazos de entrega. Un informe citado en literatura especializada reporta que, después de implementar BIM, es posible:

  • Reducir alrededor de 40% los errores en obra.
  • Disminuir significativamente las correcciones y los tiempos de entrega.

A nivel de política pública, varias estrategias BIM nacionales —incluida la colombiana— apuntan como objetivo mínimo un ahorro de al menos 10% en costos de proyectos públicos, con potencial de llegar a ahorros de dos dígitos altos cuando se consolida el uso de modelos federados y procesos colaborativos.

Los impactos más relevantes para el negocio inmobiliario y constructor son:

  1. Reducción de sobrecostos y reclamos
  • Mejor coordinación entre disciplinas → menos interferencias en obra → menos reprocesos.
  • Cantidades más confiables → menor desviación entre presupuesto inicial y costo final.
  • Ahorros directos en la fase de entrega
  • Mejor control de secuencias de obra y logística.
  • Menos tiempos muertos por falta de información o cruces de instalaciones.
  • Uso más eficiente de materiales
  • Modelos precisos permiten optimizar secciones, cuantificar residuos y planear compras.
  • Posibilidad de simular alternativas de diseño con menor impacto ambiental.
  1. Mejor rendimiento energético y menor huella ambiental
  1. Análisis de desempeño térmico y energético desde etapas tempranas.
  1. Decisiones de diseño que reducen consumos futuros y costos de operación.

En resumen: BIM es una palanca de rentabilidad, no un costo extra.

Tres frentes clave para acelerar en 2025

A un año del mandato nacional, el sector no necesita más diagnósticos; necesita prioridades claras. A partir de los lineamientos de la Estrategia Nacional BIM y las cifras de Camacol, hay al menos tres frentes donde se puede avanzar rápido y con impacto:

1. Estándares abiertos y plantillas unificadas

Adoptar estándares abiertos (como IFC y clasificaciones internacionales) que permitan que los modelos de distintas herramientas se hablen entre sí.

Definir plantillas corporativas para modelos, vistas, familias, nomenclaturas y niveles de detalle.

Alinear esos estándares internos con las guías y documentos de la Estrategia Nacional BIM y de entidades contratantes.

El objetivo: un mismo lenguaje digital para todos los actores de cada proyecto.

2. Formación especializada y equipos BIM visibles

Pasar de la capacitación “de software” a la formación en gestión BIM de proyectos (BEP, roles, flujos de información).

Crear equipos BIM internos con responsabilidades claras: coordinador BIM, modeladores, especialistas de disciplina.

Asegurar que gerentes de proyecto, jefes de obra y directores de área entiendan el alcance de BIM y no lo vean como “algo de los modeladores”.

Sin liderazgo interno, BIM se queda en dibujos bonitos y no llega a decisiones de negocio.

3. BIM desde la planeación, no solo en la licitación

Incluir BIM desde los estudios de prefactibilidad, diseños iniciales y estructuración de proyectos, especialmente en el sector público.

Evitar el error de exigir BIM solamente en los pliegos de contratación, cuando los principales compromisos ya están definidos.

Usar los modelos para evaluar escenarios de diseño, capex/opex, estrategias de mantenimiento y riesgos de construcción.

La clave es que el modelo BIM sea una herramienta para decidir, no solo un entregable para archivar.

Qué deberían estar haciendo hoy las empresas del sector

Para constructoras, firmas de diseño, gerencias de proyecto y empresas inmobiliarias, el reloj de 2026 implica decisiones inmediatas. A nivel práctico, algunas acciones prioritarias son:

1. Diagnóstico honesto de madurez BIM

Medir dónde está la empresa en procesos, talento, herramientas y proyectos ejecutados con BIM.

Identificar brechas frente a los requisitos del mandato y de los principales clientes públicos y privados.

2. Plan de implementación con foco comercial

Definir en qué segmentos de negocio necesita BIM primero (infraestructura, vivienda VIS, proyectos corporativos, etc.).

Alinear la estrategia BIM con el plan comercial: ¿en qué licitaciones y clientes será condición de acceso?

3. Alianzas tecnológicas y de conocimiento

Conectarse con proveedores de tecnología y entrenamiento que ya tengan experiencia en el contexto colombiano.

Participar en comunidades BIM, foros y espacios técnicos donde se compartan buenas prácticas.

En palabras de Patricio Zapata, de Graphisoft:

“BIM no es sólo una exigencia técnica, es una oportunidad para que Colombia eleve la calidad y la eficiencia de sus proyectos. A medida que más equipos adopten modelos digitales y trabajen de forma coordinada, el país podrá reducir incertidumbres, optimizar recursos y construir infraestructura más confiable y sostenible”.

El mensaje es claro: no se trata solo de cumplir un decreto, sino de aprovechar una ventaja competitiva.

2026 no es el problema, el problema es llegar igual que hoy

Colombia tiene ante sí una ventana corta pero decisiva. La combinación de:

  • un mandato BIM nacional para 2026,
  • una adopción actual del 52%,
  • y una industria que todavía arrastra sobrecostos, variabilidad en plazos y baja estandarización,
  • deja un diagnóstico sencillo: no basta con seguir como vamos.

Si el país aprovecha 2025 para:

  • consolidar estándares abiertos,
  • robustecer sus capacidades técnicas,
  • y asegurar que los proyectos públicos integren BIM desde la planeación,

no solo llegará preparado al mandato, sino que elevará el piso de calidad y eficiencia de toda la cadena de valor.

La disyuntiva para cada empresa es directa:

  • seguir operando con procesos fragmentados, esperando que el mandato pase “por encima”…
  • usar BIM como palanca para ganar contratos, reducir riesgos y entregar proyectos que resistan la lupa técnica, financiera y social que viene.

El mandato BIM 2026 no es un “problema normativo” que hay que resolver a última hora:

es la oportunidad de modernizar en serio la forma como Colombia diseña, construye y opera su infraestructura.

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